domingo, 24 de febrero de 2013

Monjes Shaolin

Existen muchas leyendas y misterios acerca de los monjes de Shaolin. Si sus habilidades son trucos o no, si realmente son capaces de realizar las proezas que se les han visto hacer. Para empezar un monje de Shaolin es diferente a cualquier otro monje de otra secta o religión. Los monjes que no pertenecían al Templo Shaolin no practicaban ningún sistema de lucha, mientras que los monjes de Shaolin sí lo hacían, pero también practicaban la meditación y eran personas muy cultas, leían mucho. Los monjes tenían diversos maestros que eran especialistas en un área en particular ya fuera de Wushu, métodos curativos o de filosofía. Esto hacía de los monjes no sólo hombres expertos en la lucha, sino también en las letras y la final si querían salir del templo tenían que demostrar sus habilidades adquiridas durante su estancia y práctica en el Templo. Para eso tenían que pasar por 18 cámaras de pruebas. Si lograban sobrevivir las 17 primeras (no todos los monjes lograron sobrevivir estas duras pruebas) pasaban a la última prueba, la cual consistía en cargar un caldero de hierro hirviendo con sus antebrazos. El caldero tenía dos animales de ambos lados, de un lado estaba el tigre y del otro el mitológico dragón. Estos animales se quedaban marcados en sus antebrazos y al momento de salir del templo—si así lo deseaban— la gente al ver que una persona llevaba esas marcas inmediatamente sabía que era un guerrero Shaolin. Pero para los monjes de Shaolin el entrenamiento duro no era suficiente. Lo más importante era la cultivación de la integridad moral. Sólo siguiendo las conductas morales y un espíritu de entrenamiento duro y persistente podían llegar a convertirse en expertos del Wushu.

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